Es difícil no recordar la demolición de la Comisaría de Santo Pipó de Clorindo Testa, y con ella, la demolición de una parte de la memoria material de la arquitectura argentina.
En esta ocasión, y con motivo de abordar cuestiones referidas al rescate y la protección de una arquitectura olvidada y deteriorada, el MMM3 (Movimiento Moderno en Misiones) de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (UNaM), realizó el 31 de octubre en la localidad de A. Del Valle, una exposición y muestra en el marco del aniversario número 60 de otras obras del arquitecto en el noreste argentino: los Paradores Turísticos, tres construcciones ubicadas en las localidades de A. del Valle, San Ignacio y San Pedro producto de los arquitectos Boris Davinovic, Augusto Gaido, Francisco Rossi y Clorindo Testa.
Conoce más detalles a continuación.
En el año 1956, el Gobierno de la joven provincia de Misiones, se proponía un impulso modernizador de sus instituciones, donde la arquitectura y el urbanismo serían instrumentos que manifestarían con testimonios concretos ese anhelo de situar a la provincia en el plan desarrollista que el país atravesaba en aquel momento. Se llamo a concursos nacionales de anteproyectos en 4 etapas.
La promoción del turismo adquirió un rol estratégico en el Plan General de Obras Públicas, elaborándose un plan de fomento del turismo provincial que proponía la construcción de hosterías, paradores y un hotel, que iría acompañado por el mejoramiento de la infraestructura vial existente. Los ganadores del concurso para paradores turísticos para las localidades de A. Del Valle, San Ignacio y San Pedro fue el equipo de Davinovic, Gaido, Rossi y Testa.
A 60 años de aquellos llamados a concursos, encontramos los Paradores en distintos grados de conservación. Actualmente el único reconocido como Patrimonio Municipal es el que se encuentra en San Ignacio, quedando desprotegidos los otros dos, pese a los pedidos y presentaciones realizadas por el equipo de investigación a los respectivos Concejos Deliberantes. Esto se debe principalmente al poco reconocimiento de estas obras como patrimonio por parte de las autoridades municipales, provinciales y la comunidad en general, lo que hace muy difícil su preservación sin la declaratoria correspondiente.
Hoy es insoslayable la necesidad de encarar una política de rescate y preservación del patrimonio arquitectónico, donde la comunidad debe ser protagonista activa mediante la concientización, campañas y acciones concretas sobre las obras. Sólo de este modo, se generará conciencia y los edificios se integrarán a la sociedad a la que siempre pertenecieron.
* Texto central cortesía de Agustina Basile